El masaje como terapia tiene miles de años de historia. Las primeras referencias vienen de China, Japón, India, Países Árabes, Egipto y Grecia. El gran médico griego Hipócrates definió la medicina como “el arte del frotamiento“, refiriéndose a que este tipo de manipulación puede fortalecer, solidificar, suavizar y aflojar, dependiendo de lo que se trate.
El masaje terapéutico incluye diferentes técnicas como la presión, la fricción, la percusión, el amasado y otras manipulaciones del músculo y tejido blando del cuerpo. El terapeuta utiliza sus manos y dedos, así como también los antebrazos, los codos o los pies.
La piel es la principal receptora del masaje, que reacciona con una vasodilatación e hiperemia local originando la liberación de histamina, incrementando la secreción sebácea y sudorífica, la absorción de cuerpos grasos, activación de la nutrición celular, aumento de la temperatura local y estimulación de la eliminación de las células muertas.
Los beneficios del masaje son múltiples y una sola sesión puede reducir la ansiedad (entendiéndose como una reacción a una situación en particular), la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Diferentes sesiones de masaje puede disminuir la tendencia a la ansiedad en general, la depresión y el dolor.
El tipo de dolor que responde bien al masaje es:
- Dolor muscular: tortícolis, esguinces, codo de tenista.
- Rigidez o tensión muscular: contracturas, calambres.
- Dolor de tipo óseo o articular: artrosis, osteoporosis, dolor de espalda, escoliosis, articulación temporomandibular.
- Lesiones deportivas: desgarro de músculos y tendones, cargamento de los gemelos, lesiones en el tendón de Aquiles.
- Otros: problemas digestivos, dolor de cabeza, insomnio, fibromialgia, estreñimiento, mala circulación.